20 de febrero de 2010

El humano que fue rey de los elfos.

Un pequeño homenaje a Philip K. Dick, la continuacion de mi puño y letra de uno de sus relatos cortos.



I

El espejo le devolvía una imagen muy diferente a la de aquel empleado de gasolinera. Cuatro años de fatigas, luchas y errores pagados con sangre ajena habían avejentado su rostro, ahora ceniciento y cansado. La profunda cicatriz del perfil izquierdo le recordaba la caída de “Luminosa y bella”, ultima ciudad elfica. El dolor perenne en su cadera hablaba de la emboscada de las tres piedras.

Trato de no caer en ese conocido foso de malos pensamientos, no quería preocupar a sus asistentes, sobre todo al joven Fenil, alegre y ajeno al drama con su nueva espada. Esa misma noche conoceria el combate. Hubiese querido mandarlo lejos, hacia algún lugar seguro para los de su raza; Si aun existía semejante utopía en el mundo. Pero no podía humillarlo así.

Salio de su tienda, envuelta en la oscuridad, esperaba la guardia: Cincuenta valientes y orgullosos guerreros. Sus armaduras, ni enjaezadas, ni relucientes, mostraban años de perdidas y sacrificios. Conocía bien a cada uno de sus dueños.

-¡Cuantas veces os he fallado, y sin embargo jamás dudasteis de mi!- Pensó.

Todo comenzó meses atrás, el antiguo rey se le apareció en sueños. Cada noche, durante años, revivió aquellos breves momentos compartidos, pero con múltiples variantes irreales. En ocasiones no le elegía rey, Shadrach seguía con su gris y vacía vida de anciano prematuro; otras su reinado trascurría feliz, llego a verse como un placido y gordo monarca, incluso vio su propia muerte. Sin embargo, aquella aparición, no podía llamarla de otra forma, resulto diferente.

El Rey Livantobil flotaba en algún páramo oscuro, sin rastro de vida y pleno de sombras danzantes. Una leve aura envolvía su pequeño y pálido cuerpo. Abrió unos ojos vacíos y dijo:

-¡Llámalos al Tambor de Morrigan!-

Shadrach hubiese agradecido alguna explicación adicional, aunque suponía que volver de la muerte ya constituía un logro lo suficientemente agotador y extraordinario como para pedir mas. Llegaron de todo el mundo, a través de senderos secretos y mágicos. Familias enteras; agotados, famélicos, harapientos, hostigados. Acudieron todos. Para estar junto a su rey, para luchar, para morir en su suelo mas sagrado. Y pudo comprobar cuan pocos eran.

Según la leyenda la diosa Morrigan creo allí al primer elfo. De esta forma surgió el nombre que, a veces, usaban hacia ellos mismos: Goledrines, los nietos de la tierra. El tambor, el lugar mas hermoso del mundo oculto. Rodeado de montañas infranqueables. El viento cantaba y jugaba entre sus bosques, sus riachuelos y sobre el gran lago; transportaba el canto de las aves y el despreocupado corretear de los gamos. Los suyos perecerían antes de permitir a ningún maloliente troll mancillar sus campos.

Los esperarían en la única entrada al verde santuario, un largo y estrecho valle. Plantearían una ultima resistencia, tratarían de romper al ejercito invasor.
II

-¡Dios!- Le oyó murmurar su jefe de estado mayor, a su lado en el centro de la formación.

Una marea de antorchas descendía el valle. Todo elfo capaz de empuñar una espada o disparar una flecha bloqueaba el paso, sin embargo, aquella marabunta de animales regordetes les doblaba el numero. La serpiente de fuego se detuvo. Bajo una luna plena y oronda ambas vanguardias se vigilaban ansiosas, esperando una señal. Llego en forma de grito extraño, seco, desgarrado. Los troll se lanzaron gruñendo hacia sus antagonistas.

Ningún sonido nació de las filas elficas, permanecieron inmóviles mientras la primera línea se parapetaba tras una doble hilera de escudos. Los arqueros barrieron los flancos, y antes del choque cientos de picas emergieron entre los escudos. Entonando una melancólica melodía fúnebre y pidiendo perdón habían derribado cientos de árboles para fabricarlas.

El impacto fue brutal, los cuerpos ensartados se clavaron aun mas ante el empuje de sus compañeros, los troll morían de pie bajo la lluvia de flechas. Cuando parecía que las defensas resistirían, sucedió. De las entrañas de la masa de hediondos surgieron docenas de rampas, troll frenéticos saltaron sobre los escudos, cayendo en su retaguardia y rompiendo la línea. Poco a poco el valle fue tornándose en una letanía de dolor, una amalgama de vísceras sin dueño.

Luchaba envuelto en caos. Una herida en el pie no le permitía moverse, aun así, no cejaba repartiendo golpes. Casi de la nada apareció un enorme troll gris, tan grande cómo un humano. Descargo su maza sobre el pecho de Shadrach, aplasto la coraza real, lanzándolo de espaldas. Sabiéndose roto trato de incorporarse, pero el troll se dispuso a rematarlo. Algo lo detuvo, algo rápido y audaz que hundió su metal entre las costillas de la bestia; haciéndola rugir. Pudo distinguir a Fenil justo antes de que su frágil cuerpo cayese quebrado en dos. Gasto sus ultimas fuerzas en atravesar la garganta del monstruo con su espada.

El frió subía por sus piernas, apoderándose de él. Haciéndolo temblar, llevándose el dolor a cambio. Sentía la sangre bullir en sus pulmones y acumularse en su garganta. La oscuridad cubría sus ojos, mientras, los guardias supervivientes formaron un circulo cerrado a su alrededor. Un sonido informe y creciente, preñado de mil ecos, fue abriéndose paso a través de sus alertagados sentidos, la tierra temblaba bajo su espalda.

-Esto debe ser la muerte.- Al menos eso creía. Pero cuando todo ceso aun permanecía en este mundo, y un muro de rostros polvorientos lo observaba en silencio.

-¡Señor!¡Señor!- Era Falgeros, el jefe del estado mayor. Distinguió su rostro exhausto, arrodillado a su lado.- La diosa acudió en nuestra ayuda. Un gran derrumbe se trago a los troll, a todo su ejercito. Murieron aplastados, los nuestros persiguen a los adelantados que se salvaron.

- Bien… bien…- No disponía de tiempo. Solo apretó la pequeña y endurecida mano, trato de levantar la cabeza, la tos sanguinolenta se lo impidió.- Ahora depende de ti. Falgeros, rey de los elfos.

Y con una leve sonrisa Shadrach descanso al fin.

5 de febrero de 2010

Paralaje neanderthal, Robert J. Sawyer.

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Soy un apasionado de las novelas prehistóricas, sobre todo de la saga de Los hijos de la tierra, y la extrapolación que plantea el autor fue lo que me atrajo de este libro.



En un universo paralelo, donde en lugar de nosotros son los hombres de neanderthal los que han sobrevivido y evolucionado tecnológicamente, un científico de esta especie abre por accidente una puerta dimensional, quedando atrapado en nuestra realidad. El tema de los universos paralelos esta muy trillado en la ciencia ficción, pero los matices antropológicos dan, o deberían, originalidad a la historia.



A partir de aquí vemos como se desarrolla la trama en ambos mundos. Sawyer nos presenta la cuasi perfecta sociedad neanderthal como un espejo en el que mirarnos, mostrándonos nuestros defectos y como podríamos ser mejores. Usando para esto métodos clásicos, tanto en el estilo como en la forma de llevar la trama. Pero en mi opinión no es una novela conseguida por varios motivos.


Los personajes son bastante planos, en ningún momento te involucras emocionalmente con ellos, te da igual lo que les pase en casi todos los casos. Trata de entroncar con la tradición de personajes científicos y rigurosidad hard, por norma los científicos nunca fueron buenos personajes, ni siquiera escribieron grandes obras del genero.


El final es absolutamente predecible, y destila un buenísimo en mi opinión desproporcionado, sobre todo en la parte del libro que se desarrolla en nuestro mundo. Donde, por ejemplo, nos encontramos con situaciones completamente irreales, como cuando las autoridades permiten campar a sus anchas al visitante (potencialmente portador de enfermedades contagiosas desconocidas, por cierto) por medio Canadá sin, ni siquiera, someterle a un interrogatorio rutinario.


Otro fallo es que el autor es políticamente correcto en todo momento, enlazando con el buenísimo llega a practicar la autocensura. Varias veces toca temas muy interesantes, momentos en los que parece que va a lanzarse a criticar realmente a la sociedad actual por comparación con la neanderthal. Y en vez de eso da un quiebro, toma otro camino y se asegura que su obra sea de mas fácil digestión. Un defecto muy de best seller típico, contentar a todos los públicos.


Es una trilogía y en principio no tengo intención de continuar leyéndola.


En fin, una novela ligera que podría dar mas de si.