3 de noviembre de 2009

Vidas singulares: La reina de los impostores.

La mentira es una gran tela de araña, nos obliga a crear andamiajes en forma de otras mentiras para mantener el engaño, a ir cada vez mas allá para no ser descubiertos. De esto sabe mucho la protagonista de este curioso caso: Giuditta Russo, una italiana de 39 años y natural de Pompeya.

Giuditta, hija de un obrero metalúrgico jubilado y de una ama de casa, trabajaba como secretaria en un conocido bufete de abogados, pero la ilusión de sus padres era que su hija cursase la carrera de derecho. Asi que en 1990 les hizo creer que se había matriculado en la facultad, que podía compatibilizar ambas cosas, extendiendo además el engaño a todo su circulo social.





Año tras año no solo mantuvo la impostura, sino que fue consiguiendo imaginarias buenas notas y superando inexistentes exámenes (eso les decía a todos, claro), incluso memorizó numerosos textos legales para poder mantener la falsa. Hasta que en 1995 llego el momento de terminar los estudios y se invento una tesis doctoral sobre asociaciones criminales, matricula de honor por supuesto.

Con tan buenos resultados poco a poco fue adquiriendo responsabilidades en su bufete. Ya había traspasado el punto de no retorno y no podía volverse atrás, de modo que cuando llego el momento falsificó lo necesario para presentarse a juicio. Nadie se molestó en comprobar los datos de aquella joven y brillante abogada cuyo nombre ya sonaba en los circulos judiciales, y… lo gano.

Fue el comienzo de una carrera meteórica, los años “fingiendo” estudiar le habían servido para acumular grandes conocimientos judiciales. Mas de doscientos cincuenta casos ganados, ninguno perdido, socia de dos importantes firmas de abogados, incluso hizo sus pinitos como corresponsal de una agencia de noticias.

Finalmente en 2006, diez años después de comenzar a ejercer, se presento en un juzgado penal y se autodenunció por intrusismo laboral ante un juez que le había dado la razón en varios pleitos. Aseguro que no podía vivir con el miedo a ser descubierta. La verdad es que sus razones, al menos en parte, fueron un poco mas mundanas, su castillo de naipes se derrumbaba. Debía 600.000 euros, consecuencia de unas inversiones arriesgadas que salieron mal, y se le venia encima un proceso por deudas en el cual seguramente se descubriría la verdad.

Lo perdió todo, su trabajo, su matrimonio (su marido tampoco estaba al tanto), sus antiguos clientes la acribillaron a demandas. La maquinaria judicial italiana, enfurecida por el ridículo, clamó venganza. El 23 de Noviembre de 2007 fue condenada a cinco años por catorce cargos diferentes. Con su libro: “Confesiones de una abogada sin titulo” recuperó algo de dinero, pero aun le reclaman un millón de euros.

En estos momentos estudia derecho en la cárcel para poder ejercer con todas las de la Ley. Probablemente no sepamos nunca nada mas sobre esta mujer, nacida de improviso una calurosa noche de 1970, en un cine de verano.

4 comentarios:

Sergio Lopez dijo...

que interesante historia. pero ya que se puso a estudiar, una vez que hubiese ganado algo de dinero, podría haberse matriculado(esta vez de verdad) en la facultad de derecho, ¿no?.
Puede que en ese momento se viese en una situación cómoda pero, como tú bien apuntas en el primer párrafo, al final toda esa "telaraña de mentiras" acaba por romper.

francis cuevas dijo...

Desde luego, tanto esfuerzo en mantener la mentira cuando hubiese sido mucho mejor para ella matricularse.

Athman dijo...

Es para flipar.
Y lo mas gordo es que hubiera sido una excelente abogada,porque ganar tantos casos es un indicativo claro de que se le daba bien y tenia una buena base,por lo que sacarse la carrera no le hubiera supuesto demasiado esfuerzo.
Me encantan estas biografias de gente rara que nos presentas,amigo..Es interesantisimo.

THE KICKFACE FAMILY ! dijo...

Madre mía... Prácticamente memorizó todo lo necesario para sacar adelante una carrera, pero ¿No lo hizo?

Me recuerda al típico chiste de jaimito, sobre chuletas...

Penoso que alguien pueda engañar así a todo un sistema penal