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Un poemilla que escribí hace ya algún tiempo.
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Mi valor es una perla roja,
una roja perla incandescente.
Sitiada por la monotonía,
por mil orlas de sudor blanco.
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Eres el invierno gélido,
el reino inconsciente.
Poseedora del sutil centro,
opaca figura dañina.
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Negros surtidores de deseo,
bombean litros de pasión.
Remontan, saturan las venas
y arrebatan el cerebro.
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Ollar, asir, tener tu carne
y destilar tu espíritu.
Seguir tu fría senda inerte,
explorar terrenos dudosos.
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